lunes, 9 de octubre de 2017

El amor verdadero






En la piel, aquello que importa de veras. Una historia de amor, por ejemplo. Cuando tu centro se desplaza. Han sido minutos, horas, días, semanas... se estaba cociendo como la remolacha. A veces basta un instante, y esa presencia invasora pasa a formar parte de tu hemisferio izquierdo o del derecho, no sé bien.

Piensas a todas horas y ese alguien se convierte en una presencia constante. Va detrás de tu hombro. Te acompaña a cada paso que das, en el metro, en la calle, en el súper, en el bar. Piensas que te observa, y es así como actúas.

Te invade el deseo, la separación duele. Cuántas veces habéis estado fines de semana enteros, abrazados. Sin comer, sólo fumando. Cuántas veces os habéis fundido en la misma risa, en las historias del pasado. Cuántas veces te ha explicado el libro que estaba leyendo, El Jugador, El Extranjero, La Insoportable Levedad del Ser. Cuántas veces te ha cantado al oído, te ha recitado el poema, te ha fotografiado con ropa y sin ella. Cuántas veces te has sentido como un niño, como una niña, frágil en su regazo, ahíto de su cobijo.

Pero luego llegan las tinieblas, el cansancio, los misterios del desencanto. La química afloja. Te repliegas mientras la llama tiembla. Comienzas a mirar hacia otro lado y puede que lleguen los gritos, o el silencio, o puede que aparezcan las infidelidades. Puede que apuestes por permanecer, puede que quieras irte. 

Comienzas a buscar de nuevo el mismo suspiro, el corazón brincando, una emoción menos insumisa, un encuentro verdadero.

La única certeza está detrás de la puerta... un fuego eterno espera, indeleble.




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