miércoles, 30 de agosto de 2017

Hablar sobre la tristeza







Personalmente, lo reconozco, me gusta la música triste. Los poemas tristes, las historias tristes. Me gusta regocijarme en la tristeza, seguir la recomendación de Huidobro: "Para sentir el corazón en los brazos de una lágrima/ Cerremos nuestros ojos aquí y abrámoslos allá."

Me gusta exorcizar mi propia tristeza en la tristeza de los demás, conectar con el arte a nivel emocional... Me doy cuenta de lo mucho que la tristeza está asociada a la belleza, es como una daga perfecta atravesándote. Duelo, muerte, desamor, angustia o desazón. Por mucho que la tristeza nos deje paralizados, y a veces nos parezca eterna, insalvable... De repente te levantas un día y descubres que se fue, sin avisar.

Ésta es la playlist que más he escuchado este verano, una lista eminentemente indie, salvo alguna excepción.




martes, 22 de agosto de 2017

El tiempo, ¿inexorable?









El tiempo, ese villano. No le doy poder y, sin embargo, me lo arrebata... Vosotros tenéis los relojes, nosotros el tiempo. En África se para el tiempo y ni tú envejeces, ni yo envejezco.

El tiempo, el terapeuta. Aquel que todo lo cura; las más graves heridas, los más sentidos pésames, las pérdidas más desgarradas. Los mayores atrevimientos. Las más cínicas venganzas.

El tiempo, el relativo. Aquel que no existe y que a la vez me convierte en esclava. Aquel cuestionado por la física cuántica. El que se amolda y cambia. El que rápidamente pasa. El que es tan lento que da rabia.

El tiempo, el inescrutable, el insoslayable, el imparable. El tiempo de las máquinas y el de los destinos modificables. El de las masas, el de los ricos. El tiempo de las revoluciones, de los cambios. El de los llantos y el de los niños.

El pasado, el presente, el futuro. El presente que ignoras y el futuro que te pasas la vida esperando. El presente que atraviesas procrastinando. El pasado que te persigue, el que pesa, el que transformas sin reparo. El que te deja huella. El que te deja sin fuerzas. El que adoras y guardas junto a tu lecho, pero que en realidad aún no se ha ido; se está yendo.




martes, 8 de agosto de 2017

Un martes en la poza

Poetas desnudos se encuentran en la poza.
El agua está fría, y se les eriza el vello. Sus pies se balancean por encima de los troncos.
Las trampas del amor florecen bajo la cascada.
Son cuatro, prietas sus carnes. Sonríen y se regodean diciendo sus versos a duermevela.
Buscan a mujeres de agua, a musas incandescentes, de perfiles blancos, de almas voladoras.
De repente un grito indolente se restriega entre las ramas, luego un rayo alcanza el cielo mientras la luna se sumerge en las nubes, pesados los párpados...
Es noche de perseidas, un martes más se arroja al pantano; la paz se vuelve recóndita, suena un piano. Dios, si es que existe, está hoy con Esbjörn.

Tengo un secreto. Mi Dios es el camino a tus brazos.
A ambos lados del sendero emergen los cráteres, y a veces estallan, la furia de la lava quiere alcanzar mis pies pero huyo; la distancia se alarga, el paisaje mejora.
Las luciérnagas evitan mi paso.
Cuando alcanzo la poza ya casi es de día, los cuatro poetas duermen y aprovecho para susurrarles al oído, bien bajito, los nombres de las constelaciones que he visto.
Casiopea, prístina y pretenciosa, me lanza efluvios de tomillo y lavanda.
Ellos comienzan a despertar. El día me niega, una vez más,la existencia.
Me diluyo mientras se dibuja la misma sonrisa perversa en el agua.

(Leer con la música)